El sobredotado es muy sensible y, contra lo que muchos creen, suele ser socialmente atractivo.
un ejemplo:
Mauricio a la edad en que la mayoría empieza a dibujar, ya conocía las banderas de todos los países. A los cuatro años se dedicó a investigar en la computadora y aprendió los ríos, montañas y religiones del mundo. Al regresar de la escuela, en lugar de ponerse a ver los dibujos animados, leía el periódico y comentaba las noticias. Un día, con poco más de seis años, decidió que también quería hacer lo que el resto de los niños: se inscribiría al fútbol.
"No poseía mucha habilidad, porque no estaba acostumbrado -recuerda Inés-, pero, como tiene mucha voluntad, pronto consiguió el puesto de portero y se adaptó muy bien al grupo. Ahora tiene amigos de esa actividad y de las otras que realiza fuera de clase, como informática o idiomas".
Estos niños, si se sienten apoyados en casa, raramente buscan con desesperación la aceptación del entorno.
Cuando el hijo de Antonia -otra mamá de un superdotado- tenía siete años, sus compañeros mayores le daban los problemas de matemáticas en el autobús para que se los resolviera durante el trayecto hacia la escuela.
"Un buen día llegó a casa un tanto molesto y me dijo: 'Hoy les dije a todos que ya no resolveré ni un problema más, ¡ya me cansé!'. Sin embargo, no se resintió su trato con sus compañeritos, hasta creo que esa actitud los hizo respetarlo un poco más".
En estos ejemplos podemos comprender claramente que actitudes pueden alcanzar estando en su entorno que les rodean.
un ejemplo:
Mauricio a la edad en que la mayoría empieza a dibujar, ya conocía las banderas de todos los países. A los cuatro años se dedicó a investigar en la computadora y aprendió los ríos, montañas y religiones del mundo. Al regresar de la escuela, en lugar de ponerse a ver los dibujos animados, leía el periódico y comentaba las noticias. Un día, con poco más de seis años, decidió que también quería hacer lo que el resto de los niños: se inscribiría al fútbol.
"No poseía mucha habilidad, porque no estaba acostumbrado -recuerda Inés-, pero, como tiene mucha voluntad, pronto consiguió el puesto de portero y se adaptó muy bien al grupo. Ahora tiene amigos de esa actividad y de las otras que realiza fuera de clase, como informática o idiomas".
Estos niños, si se sienten apoyados en casa, raramente buscan con desesperación la aceptación del entorno.
Cuando el hijo de Antonia -otra mamá de un superdotado- tenía siete años, sus compañeros mayores le daban los problemas de matemáticas en el autobús para que se los resolviera durante el trayecto hacia la escuela.
"Un buen día llegó a casa un tanto molesto y me dijo: 'Hoy les dije a todos que ya no resolveré ni un problema más, ¡ya me cansé!'. Sin embargo, no se resintió su trato con sus compañeritos, hasta creo que esa actitud los hizo respetarlo un poco más".
En estos ejemplos podemos comprender claramente que actitudes pueden alcanzar estando en su entorno que les rodean.
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